
Jesús Cañete Ochoa es doctor en Filología. Ha comisariado numerosas exposiciones de fotografía («Socotra y otros oasis», fotografías de Jordi Esteva; «Andalucía 1935», de Pierre Verger; «Al Senegal en aeroplano», de Alfonso) y sobre diferentes escritores (Juan Gelman, Ana María Matute e Ida Vitale, entre otros). Es director del «Festival de la Palabra» de la Universidad de Alcalá y, desde 2010, coordina las Jornadas sobre la vida y obra de Manuel Azaña. Ha realizado, entre otras, la edición crítica de Antología Negra de Blaise Cendrars, traducida por Manuel Azaña (Ardora, 2010), y de Cuba y las músicas negras, de Adolfo Salazar (FCE, 2017).
Fuente: Instituto Cervantes.

En Villa Amparo (Rocafort), dentro del ciclo literario organizado por la Generalitat, se acogió de nuevo a una figura de nuestra intelectualidad actual, Jesús Cañete, para recordar al insigne poeta A. Machado y los puntos de coincidencia, más allá de su relación personal, con el que fuera presidente de la Segunda República española, Manuel Azaña.
Ambos estudian en centros laicos en Madrid, la Institución Libre de Enseñanza fue muy importante en la formación de ambos, sus abuelos eran firmes defensores de los liberales y a ambos les van a enseñar a pasear, a ser dos solitarios peripatéticos.
Tanto el padre de Azaña como el del poeta se dedicaron al saber popular, el de Machado al folclore y el de Azaña escribió una historia de Alcalá de Henares. Ambos murieron jóvenes.

Jesús Cañete sigue relatando la estancia de ambos en París y la importancia del filósofo Henri Bergson en el pensamiento de ambos, poniendo por delante la intuición, la introspección, un artista filósofo, como lo llamaba Azaña, de los que, al estilo de Ortega y Gasset, enseñaban a usar el seso.
En los años 20, ya de vuelta a Madrid, el Madrid de las tertulias, ambos se ponen del lado del reformismo y de parte de los aliados pidiendo que el gobierno rompiera sus neutralidad.

Prosiguió el conferenciante con la confluencia de ambos durante la Segunda República. Machado era un poeta que nunca rehuyó la política y Azaña, un hombre de estado, un intelectual que acepta ser primero ministro de la guerra y más tarde presidente del gobierno de la República.
Cuando estalla la sublevación en 1936, Machado llega a Valencia. Coinciden en el compromiso de los intelectuales con el pueblo, tesis fundamental de la exposición de Machado en el Congreso de Escritores Antifascistas.
Ambos salen hacia Barcelona: Don Manuel, al monasterio de Montseny y don Antonio, al hotel Majestic de Barcelona.
Y llegaría el exilio y la muerte, ambos en Francia, Machado en 1939 en Collioure y Azaña en 1940 en Montauban.

El pensamiento político y el compromiso de ambos intelectuales configuraron una magnífica intervención de un gran conocedor de la vida y obra de ambos.
📚✍🏻 Rocafort, Ciudad Machadiana 💜
